SENTIR LA RESPIRACIÓN. Hablando con Zhao Laoshi

                              
Zhao Laoshi había llegado a Lu Xun Park, antes de que comenzase a llover. Madrugaba más que sus alumnos, para poder practicar ejercicios de Kung fu y de Chikung estático, antes de las clases de Taichi. A los 10 minutos de su llegada, comenzó una leve lluvia constante. Supuso que no acudirían sus alumnos y se cobijó, para continuar con sus ejercicios bajo una pérgola próxima. 
Huang Ji no tardó en localizarlo. El si había acudido a la cita, a pesar de la lluvia. En silencio, se sumó a los estáticos ejercicios que, en ese momento, ejecutaba el maestro. Cuando finalizaron, con el acostumbrado saludo marcial, se sentaron a contemplar la lluvia cayendo sobre el estanque. 
Huang, siempre ansioso por aprovechar la sabiduría del anciano maestro, se atrevió a romper el silencio:

- Maestro, en días pasados, me habló sobre Mirar la Respiración. Me prometió continuar sobre el tema. He practicado, he llegado a hacer, siguiendo su consejo,  15 minutos de respiración consciente, por la mañana, y otros 15, por la tarde.

- En ese caso, habrás llegado ya a  sentir la respiración.

- No se si habré llegado, ¿en qué consiste, exactamente?

- Cuando digo sentir la respiración, me refiero a un paso más sobre mirar la respiración. Habrás experimentado, con tu práctica, que,  al ejercitarte en ser consciente de tu respiración, la sientes. Eso es. De nada nos sirven los conocimientos y las ideas maravillosas que nos llenan de admiración y nos hacen esclamar "¡ qué maravilla !", si no llegamos sentirlas. Cuando esta exclamación no es un cumplido, cuando sale de dentro, es la expresión de un deseo: me gustaría pensar así, me gustaría ser así. Pero no basta con aprender esas ideas o pensamientos maravillosos y prácticos para exponerlos en conferencias, escritos o tertulias. Hay que pasarlas a la práctica, experimentar sus efectos en ti mismo, tal y como has hecho con mirar la respiración, y vivirlas desde el sentimiento y la emoción.
Sentir la respiración es percibirla, vivirla, hacerla tuya, llegar a identificarte con ella, sintiéndote feliz al respirar.

- Si. Es cierto. He podido comprobar que, en la práctica de la respiración consciente, conforme se van calmando nuestros pensamientos, al centrar nuestra mente en la observación, también se van calmando nuestras emociones, al centrarse en sentir la respiración.

- Evidentemente, cuando practicamos Chikung, Taichí, Yoga o Meditación, usamos la concentración en el movimiento, en la respiración o en ambas cosas, para poner en silencio nuestros pensamientos y, más aún, poner en  silencio nuestras emociones. Cuando conseguimos sentir  la respiración, nuestros sentimientos se centran en uno: el gozo de respirar. 

- ¡Qué bonito! Es la expresión de mi deseo, Laoshi: quiero conseguirlo.

- Estás en ello. Lo conseguirás sin pretenderlo, sin poner ansiedad en su consecución. Sigue tu práctica: observa tu respiración, sé consciente de ella, siéntela. Se trata de sentir la expansión de nuestro pecho, de nuestros pulmones, en la inspiración,  y su contracción al expulsar el aire. Sentir, en nuestra nariz, el frescor del aire cuando entra, y su calor cuando sale. 
Escuchar la sonoridad de entrada y salida, en la práctica de la respiración profunda,  y  el sonido casi  imperceptible de nuestra respiración ordinaria. 
Captar el olor del aire que respiramos, tan limpio en la montaña, tan contaminado en la ciudad, tan húmedo junto al mar. 
Notar el dolor en el entrecejo, cuando la respiración ha sido forzada. 
Sentir su frecuencia: la agitación que acompaña al estrés, al aturdimiento,  la lentitud que sigue al silencio de la mente. 
Sentir  el caudal de  aire entrando a nuestros pulmones y el chi, el aliento de la vida, penetrando con la respiración, hasta el Dantian. Sentir el aire como algo sagrado, como una fuente de vida, una herramienta de nutrición y transformación. 
Vivir la respiración.

- Entiendo y quiero vivirla.  Pero, maestro, ¿podemos actuar sobre la respiración ?

- Como te he indicado, otras veces, podemos y debemos actuar sobre  la respiración, porque tenemos que aprender a respirar, a regular nuestra respiración, para conseguir recuperar la plena capacidad de nuestros pulmones, con el fin de aumentar el suministro de oxigeno y de chi a nuestro cuerpo. 
Hay varios métodos de respiración, pero debemos empezar por aprender a regular la respiración ordinaria, la de todos los días, la nuestra, la natural. Por eso, el primer paso a dar es el de tomar consciencia  y sentir nuestra respiración, sin intervenir en ella, como decíamos. 
Al tomar consciencia de nuestra respiración observamos que está afectada por nuestros pensamientos y, sobre todo, por nuestras emociones. Así, cuando estamos nerviosos, observamos que respiramos agitada y rápidamente, por el contrario, cuando estamos tristes o deprimidos, respiramos más despacio. Cuando estás alegre, habrás observado que tu  espiración es más larga que la inspiración, y al contrario, cuando estas triste. 
Si tus emociones influyen tanto en tu respiración natural, parece lógico que para regularla debas ejercitarte en concentrar tu mente emocional en observar, precisamente,  tu forma natural de respirar, sentir cómo respiras,  y  guiar tu respiración a un estado más relajado y uniforme. 
Lleva tu atención a sentir los músculos que se están moviendo en tu respirar y, cuando tu mente lleve a esos músculos a un estado más relajado, podrás llegar a sentir el flujo del chi, del aliento de la vida.

- ¿Cómo ha de ser la respiración natural ?

- Regular la respiración natural es para conseguir que sea: tranquila, suave, profunda, lenta, continua  y uniforme
Cuando conseguimos una mente tranquila, la respiración entra en silencio y su flujo es suave
La respiración se hace profunda, cuando dejamos expandirse el diafracma de forma natural, sin forzarlo. 
Será más lenta, cuanto más relajados estén los pulmones y cuanto más profundo sea el nivel de quietud de la mente. 
Será continua, sin interrupciones,  y uniforme, siempre que hayamos conseguido regular nuestra mente emocional.

- Para que la respiración sea profunda, ha de ser diafracmática, y ésta no es la más natural, precisamente, al menos en Occidente.

- Debiera ser la natural. Lo era cuando éramos bebés. Lo es la de los animales. Se impone la necesidad de retornar a  la respiración abdominal.  Pero, si no te parece mal, deberíamos dejar aquí el tema, para otro día. Creo que debes seguir practicando el sentir  y percibir tu respiración. Además, ha dejado de llover y debemos practicar con algunos compañeros tuyos que han llegado y están esperándonos pacientemente.

-Si, por supuesto.  Gracias, maestro.

JL
(Reposición)

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