NO HAY COBARDES, SÓLO OBSTÁCULOS AL VALOR

 
El valor no es algo que resida en nuestra mente, su hogar es nuestro corazón. Todos tenemos el suficiente para poder cambiar nuestra vida y ayudar a crear un mundo diferente, en el que la competitividad y la desconfianza sean desplazadas por la cooperación y el sentir al otro como una parte de nosotros mismos. En esta nueva humanidad el sobrevivir no sería un problema y las personas podrían dedicar gran parte de su creatividad a realizar sus sueños.


            Para iniciar este proceso debemos sembrar de creencias más amplias nuestra mente y liberar el valor que reside en nuestro corazón. Muchos “piensan” que no poseen ese valor – como el león de “El Mago de Oz”*-, pero no es cierto. Son nuestras creencias limitantes las que nos llevan a pensar eso. Tratar de reconocerlas y luego ampliar sus límites o simplemente dejar de habitarlas, sería un primer paso imprescindible. Una vez hayamos dejado el suficiente espacio en nuestra mente para que las excusas no taponen nuestro corazón, éste empezará a manar el valor que necesitamos para cambiar nuestra vida.

            Este valor, incluso taponado por las creencias, es capaz de abrirse camino en momentos de muy fuertes emociones; todos conocemos casos de personas que llevan vidas muy “normales” y que de repente, en unas circunstancias que les arrancan de la cotidianidad, se convierten en auténticos héroes. Su valor no nace en ese momento, estaba dentro de ellas esperando ser liberado. Las fuertes emociones quitaron el control a las creencias limitantes, permitiendo que las fuerzas de sus corazones tomasen el mando: el héroe interior que habita en todos nosotros se hizo presente. Os invito a conocer un claro ejemplo de esto. Nuestro héroe, William Rodríguez, se encontraba en las Torres Gemelas en aquel 11 de septiembre, trabajaba en ellas limpiando las escaleras... Si queréis conocer la historia pinchad sobre la siguiente dirección:

Fuente y artículo completo: La Danza de la Vida

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