EL PUENTE



Éranse, una vez, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes. Durante 40 años, habían cultivado la tierra, hombro con hombro, compartiendo maquinaria y aperos de labranza, ayudándose en siembras y cosechas e intercambiando los frutos de sus huertas continuamente.

Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido insignificante que creció y creció, hasta que explotó en un intercambio de amargas palabras, seguido de un abismo de silencio.

Una mañana, alguien llamó a la puerta del hermano mayor. Cuando abrió, encontró a un hombre con su caja de herramientas al hombro, que le dijo:
- Estoy buscando trabajo, soy carpintero. Quizás usted necesite algunas pequeñas reparaciones en su granja. Podría serle de utilidad.

- Pues sí. Tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, vive mi vecino, bueno, en realidad es mi hermano menor. Hasta la semana pasada, había una hermosa pradera entre nosotros. Tuvimos una disputa, se enfureció, tomó su tractor y desvió el cauce del arroyo para interponerlo entre nuestras haciendas. El hizo esto para enfurecerme. Yo quiero hacer algo más. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera, junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto. ¡ No quiero verlo nunca más !

- Creo que comprendo la situación. Dígame dónde están los clavos, el azadón y la pala para hacer los hoyos de los postes, y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho.

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y se marchó al pueblo a traer más provisiones.

El carpintero trabajó duro, todo el día, haciendo hoyos, midiendo, cortando madera, clavando... 
A la caída del sol, cuando el granjero regresó, el carpintero había terminado su trabajo.

Se quedó con los ojos desorbitados y la boca abierta.

No había ninguna cerca de dos metros. En su lugar, había un puente. Un puente sobre el arroyo que unía las dos granjas. Era una fina pieza de carpintería, una auténtica obra de arte, con pasamanos y todo.

Aún no había salido se su asombro, cuando vio venir, por el puente, a su vecino, su hermano menor, quien, con los ojos humedecidos, lo abrazó fuertemente, diciéndole:
-Eres un gran hombre, con un gran corazón de hermano mayor. ¡Cómo has podido construir este hermoso puente, después de lo que he hecho y dicho...!
¡ Perdóname, hermano !

Estaban en su reconciliación, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas para marcharse.
- ¡No, espera! - le dijo el hermano mayor-. Quédate con nosotros. Tengo muchos proyectos para ti.

- Me gustaría quedarme, pero tengo muchos puentes por construir.


(Autor desconocido)

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