NO HACERNOS DAÑO

No hacer daño abarca, evidentemente, no matar, no robar y no mentir a la gente. Pero también incluye no ser agresivos: no ser agresivos en nuestras acciones, en nuestro discurso o en nuestra mente. 

La más importante de las enseñanzas budistas sobre el poder curativo de la no agresión es aprender a no hacernos daño a nosotros mismos ni a los demás.

La base de la sociedad iluminada es no dañarnos a nosotros mismos ni a los demás al principio, en el medio y al final. Para crear un mundo sano, hemos de empezar creando ciudadanos sanos, y esos ciudadanos somos nosotros mismos. 

La agresión más grave hacia nosotros mismos, el daño más fundamental que podemos hacernos es permanecer en la ignorancia por no tener el coraje y el respeto de mirarnos a nosotros mismos honesta y delicadamente.

El requisito para no hacernos daño es permanecer atentos, una sensación de ver lo que estamos viendo claramente, con respeto y compasión. Esto es lo que nos ensena la práctica básica. Pero la atención no se detiene en la meditación formal, sino que nos ayuda a relacionarnos con todos los detalles de nuestra vida. Nos ayuda a ver, oír y oler sin cerrar los ojos, los oídos ni las narices. Relacionarnos honestamente con la inmediatez de nuestra propia experiencia y respetarnos lo suficiente como para no juzgarnos es un largo camino que dura toda la vida.

Pema Chödron "Cuando Todo se derrumba"

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