LA ACTITUD EN LA MEDITACIÓN

Maestro Hsu Yun: Nube Vacía

¿Por qué estados debemos pasar en nuestro progreso hacia la iluminación?

Primero, debido a nuestra meditación podemos experimentar un momento de completa pureza y ligereza. Podemos incluso sentir que nuestro cuerpo está empezando a levitar, o que nuestra mente se levanta de nuestro cuerpo y que podemos mirar hacia abajo y vernos a nosotros mismos sentados debajo. Es muy difícil aprender de estas experiencias, y más difícil aún de experimentarlas. Lo que es más extraño de todo es que mucha gente las ha experimentado.

Segundo, podemos experimentar un estado de pureza libre de ego en el que somos meros espectadores de los objetos y de los eventos de nuestro entorno, sin ser afectados de ninguna manera por ellos. Los datos sensoriales no nos alcanzan. Permanecemos sin afectarnos por los eventos que nos rodean como una piedra apoyada en el agua. Siempre que alcanzamos este estado deberíamos esforzarnos en seguir vigilantes, alertas, y conscientes de la experiencia.

Tercero, podemos oír un trueno que nadie más puede oír, incluso podemos jurar que
está haciendo temblar la casa entera. O el sonido que sólo nosotros oímos puede ser
como el zumbido de una abeja o la nota de una trompeta lejana. Estas experiencias
auditorias son muy poco frecuentes para una persona normal, pero para aquellas
personas que practican Zen, son bastantes ordinarias.

Siempre que tengamos una extraña e inexplicable experiencia, una visión, quizás, deberíamos discutirla con un maestro y no con otros que puedan sacar conclusiones erróneas provenientes de la ignorancia o la malicia. Demasiado a menudo un            practicante Zen que no ha podido avanzar en su propio programa denigrará la     experiencia de otro.

¿Qué deberíamos hacer cuando no podemos meditar de ninguna manera, cuando nos sentamos y solo experimentamos inquietud? 

Deberíamos acercarnos a nosotros mismos como si fuésemos niños. Si un niño estuviera aprendiendo a tocar un instrumento musical, no le se enseñaría a la vez teoría musical, notación, las particularidades de su instrumento y composición. No, a un niño se le enseñaría gradualmente, con pequeñas sesiones de instrucción y pequeñas sesiones de práctica. Esta es la mejor forma. Un músico consumado puede fácilmente practicar ocho horas al día, pero no un principiante. Un principiante necesita alcanzar una serie continua de pequeños éxitos. De esta forma cultiva la paciencia, la confianza y el entusiasmo. Una larga serie de pequeños éxitos es mejor que una pequeña serie de fracasos. Deberíamos establecernos pequeñas metas; y no embarcarnos en largas metas hasta que hayamos dominado todas las pequeñas.

Más allá de la práctica de la meditación, está la actitud. Un principiante debe aprender a cultivar la llamada "serenidad de un moribundo". ¿Qué es esta serenidad? Es la serenidad de conocer qué es importante y qué no lo es, de aceptar y perdonar.
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