LA AUTOESTIMA

Sobre la autoestima hay una consideración muy importante: La autoestima no es una propiedad exclusiva de la psicología y esto porque la autoestima no está relacionada solamente con nuestro comportamiento psicológico. Somos mucho más que nuestra mente. Al hablar de la autoestima no podemos seguir patrones ya caducados de que somos hechos por partes separadas e independientes o sin cualquier relación entre ellas. ¡No es así! Somos seres muy complejos y nuestra parte mental está relacionada con la emocional y con la espiritual. No podemos separar del todo que somos nosotros, la parte mental de la emocional, y tampoco separar estas dos de la parte física o de la espiritual. Todas están relacionadas. De forma que la autoestima no puede ser dominio exclusivo de la parte mental. De hecho si pensamos que tener autoestima significa sentir alegría por aquello que somos y tenemos en nosotros mismos entonces estamos hablando del campo emocional pues la alegría es una emoción, un sentimiento y no un pensamiento y hablamos del campo espiritual si podemos sentirnos conectados con nuestro ser interior y por sentir que hacemos parte de un todo y que hemos encarnado en este cuerpo físico que nos sirve de vehículo en este viaje hacia una evolución espiritual. Si con base en esto nos aceptamos y amamos más entonces podemos fácilmente concluir que la autoestima también tiene relación con nuestra parte espiritual.

Lo que tenemos dentro
Cuando somos niños, hasta aproximadamente los 7 años de edad nuestros padres según sus sistemas de pensamientos y creencias nos van diciendo ya sea a través del lenguaje verbal o no verbal, a través de sus reacciones lo que es bueno o aceptable y lo que es malo e inaceptable. Cuando somos niños somos bastante perceptivos, comprendemos e interpretamos lo que percibimos y aprendemos, qué es lo que está bien y lo que no. Qué es lo apropiado y lo que no. Qué es lo correcto, lo bonito, lo apreciado y lo que no lo es. De forma que, como seres inteligentes que somos y porque necesitamos la aprobación y el amor de nuestros padres, a todo lo aprendido lo vamos adoptando como nuestra forma de ser y vamos formando nuestra personalidad. Por veces la forma en que nos comportamos, aquello que realmente apreciamos, o lo que queremos, no recibe aprobación. Entonces nuestra reacción es algo como: “bueno, yo no puedo ser así” o “yo no puedo pensar así” o “yo no debo hacer esto y pensar lo otro”. Y lo archivamos. Lo guardamos en un “arca” bien cerrada para que no salga, para que no se vea, para que no se desapruebe y así seguir recibiendo la aprobación y aceptación de nuestros padres. Estas cosas nos pasan desde que nacimos hasta cuando tenemos 7 años de edad, nos marcan y nos definen y pueden seguir durante la adolescencia. Todas las cosas pasadas durante estas etapas van quedando guardadas en nuestro inconsciente emocional. Pero con el pasar de los años nos olvidamos qué es lo que hemos guardado ahí y cuándo. Es imposible recordarse porque nuestro cerebro da prioridad a otras cosas: a lo que vamos aprendiendo en la escuela, a lo que nos siguen enseñando, y claro, todo lo demás lo vamos enterrando cada vez más hondo dentro de nuestra mente emocional, de forma que acceder conscientemente es una tarea ardua y difícil. Al esconder durante tanto tiempo los pensamientos y las emociones que verdaderamente sentimos, cuando en determinados momentos afloran y condicionan nuestra forma de actuar no sabemos manejarlas. Simplemente no sabemos porque no estamos familiarizados con ellas. No estamos preparados. Las hemos guardado durante mucho tiempo y por eso no sabemos identificarlas ni definirlas, y menos aún, comprender el porqué están ahí. Las desconocemos totalmente. Si se tratan de nuestras limitaciones o llamados defectos nos resulta difícil aceptarlos y manejarlos lo que puede originar sentimientos aún más negativos como la culpa o la vergüenza, y si son cualidades no las sabemos potenciar y sacar partido de ellas. Pero lo que sí ocurre es que entre una cosa y la otra no estamos siendo nosotros mismos en nuestra esencia. No estamos siendo aquello que realmente somos porque empezamos a dejarlo de ser desde hace mucho tiempo. Así que es importante saberlo ahora. Es importante saber qué es lo que ocurre en nuestro interior y una vez lo tengamos aceptado podemos empezar nuestro trabajo personal de acceder, de desenterrar todo aquello que hemos venido escondiendo desde hace tanto tiempo.

La observación consciente
Una de las formas de acceder y saber qué es lo que llevamos dentro es a través de la observación consciente. Los momentos de introspección son muy importantes. Para ello hay que pasar mucho tiempo a solas con uno mismo. Si tenemos una vida social demasiado intensa, muy difícilmente podremos tener tiempo y disponibilidad mental y emocional para acceder a nuestro interior. Cuando pasamos mucho tiempo a solas estamos obligados a permanecer con nosotros mismos y eso es esencial para nuestro autoconocimiento. Pasar mucho tiempo con uno mismo es un punto de partida. Nos sirve para hacer un balance de las diversas experiencias vividas, analizarlas, comprenderlas e integrarlas. Y eso es posible pasando algún tiempo con uno mismo y a través de una observación consciente.Otra de las formas que permite conocernos mejor es a través de las relaciones con los demás: nuestras parejas, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, todos reflejan partes nuestras, por lo que podemos ir descubriendo una por una esas partes que tenemos dentro y que desconocíamos. Pero, una vez tomada consciencia de esas características, ¿qué hacer con ellas? ¿Cómo manejarlas?

En el camino de la Autoaceptación
Saber lo que realmente tenemos dentro, formas de pensar, creencias, ideas o prejuicios, significa que nos conocemos mejor, que hemos profundizado en nuestro autoconocimiento. Una autoestima sana requiere que de base aceptemos aquello que somos. Esto no significa que nos tienen que gustar todas nuestras características, pero sí reconocerlas y aceptarlas. Es muy parecido a lo que ocurre con nuestros seres queridos. No siempre nos gustan todas sus características, no obstante las aceptamos. Entonces, ¿por qué no aceptar nuestras características? ¿Sólo porque son nuestras? Hemos de eliminar el concepto que mayoritariamente tenemos de nosotros y que es el de que tenemos que ser perfectos. De hecho ¡ya lo somos! El hecho de que tengamos características que no nos gusten del todo no significa que seamos imperfectos. ¡No! Al contrario, la perfección viene del equilibrio. Y el equilibrio viene de la relación entre una dirección y otra, entre el positivo y el negativo, del ying y del yang, de forma que tener rasgos positivos y otros negativos significa que estamos equilibrados si aceptamos ambas partes y si estamos equilibrados ya somos perfectos. ¡Es así de simple! Está totalmente obsoleto y caducado lo que nos han enseñado de que para ser perfectos no habríamos de tener características de las llamadas o consideradas negativas. Aparte que las características no pueden ser consideradas negativas desde un punto de vista estático. Son positivas o negativas según el contexto y el momento en que nos encontramos. Ha de ser visto desde una perspectiva dinámica. Si una situación es de por sí menos agradable, ¿qué nos va a aportar si empezamos a criticarnos, juzgarnos y culparnos a nosotros mismos? De esa forma no nos damos mucho apoyo, no somos cariñosos, pacientes y amables con nosotros. ¿Nos habremos realmente dado cuenta de cómo nos tratamos? Imagina que caminas junto a un amigo tuyo y que por el camino te pasa de todo: tropiezas, te caes, caminas y chocas con los postes de electricidad, la gente te empuja, te mira con mala cara. Ante este escenario imagina que tu amigo empieza a chillarte a gritos, a criticarte y culparte de todo lo sucedido. ¿Cómo te sentirías? ¿Encontrarías sentido en esta forma de comportarse? Como mínimo pensarías que tu amigo está loco ¿verdad? A lo mejor te apartarías y huirías de él tan lejos cuanto pudieras… Pues ahora piensa cómo será para tu ser interior, cómo se siente cuando te pasan cosas desagradables a ti y te criticas, te culpas, te enrabias y que, lo peor de todo, no puedes huir de ti mismo… ¿Te das cuenta del daño que te haces? Además sin poder tener las perspectiva que te permita tener consciencia de ello. Simplemente la forma que muchas veces tenemos de tratarnos a nosotros mismos ¡es terrible! A veces somos como nuestros peores enemigos. ¿Cómo vamos a evolucionar positivamente así? ¡Es prácticamente imposible! Hemos de reconsiderar la forma como nos tratamos. La parte emocional y mental precisa a veces de la parte espiritual para dar un poco de sentido al porqué nos pasan determinadas situaciones. Solamente a través de una comprensión más espiritual podemos avanzar en el emocional y luego racionalizar e integrarlo s través del mental. No podemos definir la palabra autoestima sin relacionar la parte emocional con la espiritual. No es importante dónde empieza nuestro trabajo personal. El camino por sí solo nos conducirá. Hace parte de nuestra propia evolución como personas y por eso hemos venido a este planeta. Para evolucionar, para aprender, para amar. Pero sólo podemos amar a todo lo externo a nosotros cuando primero de verdad nos amamos a nosotros mismos, obligatoriamente. Es el propósito de nuestra alma y también las cualidades que la componen: Felicidad, Alegría, Amor. Son cualidades innatas del alma, que somos mucho más conscientes de ellas cuando realmente nos aceptamos a nosotros mismos, cuando nos aceptamos verdaderamente a nosotros mismos. Todas las cosas a las que llamamos negativas en la vida, son señales que la vida nos da de forma a saber en qué punto nos encontramos de nuestra evolución, señales que nos indican y reflejan el grado de Amor que tenemos por nosotros mismos y cuál la dirección a seguir. Todo lo que nos pasa en el exterior no es más que un reflejo de lo que llevamos dentro. Si aprovechamos lo que nos pasa como una enseñanza y una oportunidad para rectificar o corregir determinadas pautas, aprenderemos la forma en la que debemos actuar, en qué debemos prestar atención y así poder amarnos más a nosotros mismos. Tan sólo hay que estar atento y observar.

El equilibrio del universo
En el Universo todo es perfecto y equilibrado: el Sol es el centro de nuestro sistema solar, alrededor del cual giran todos los planetas. Si a nuestro apreciado Sol le pasara algo que hiciera que dejase de emitir energía, luz y calor, todos los planetas se verían afectados de tal forma que lo más probable es que la vida existente en todos ellos, incluida la Tierra, se extinguiera. No obstante, si en uno de los planetas ocurriera una catástrofe que le extinguiera la vida, el Sol no se vería afectado y, muy probablemente tampoco los demás planetas, es decir, el sistema solar mantendría su equilibrio pese a que la vida en ese planeta fuera escasa o inexistente. Si hacemos una analogía entre nuestro sistema solar y nuestra vida, considerando que nuestra esencia, nuestro ser interior y el amor hacia uno mismo representa nuestro Sol, y que todas las áreas que componen nuestra vida son los planetas, entonces podremos deducir que si no nos queremos lo suficiente, si de verdad no nos amamos y cuidamos a nosotros mismos, todos los ámbitos de nuestra vida (planetas) pueden verse verdaderamente afectados: nuestra salud, nuestras relaciones, el amor, el trabajo, nuestra situación económica. No obstante, si algún área de nuestra vida no funciona lo suficientemente bien pero sí nos cuidamos y amamos podremos siempre mantener nuestro equilibrio de forma a que los restantes ámbitos de nuestra vida no se vean afectados. Además lo más probable es que la parte afectada lo sea durante un período muy corto, un estado pasajero. Es importante pues mantener nuestro Sol, nuestra luz pues tal como el Sol que estando bien aporta energía a todos los planetas también sólo amándonos a nosotros mismos podremos aportar energía a todo lo relacionado con nuestra vida.

La decisión de ser feliz
Tener una autoestima sana y elevada es una decisión de cada uno. Se trata de una intención. De un querer. De un hacer. De un estar. Todo, absolutamente todo en nuestra vida es el resultado de una decisión. Incluida la decisión de ser feliz. Se podría inventar una palabra nueva que diera énfasis a la palabra feliz. Algo como la diferencia entre escribir feliz y ¡FELIZ! ¿Verdad que suena distinto? Somos una expresión maravillosa de la vida. Somos una creación suprema. Somos creadores. Recorramos a la simplicidad de las cosas. La mejor manera de intentar ser feliz es SER FELIZ AHORA. Es imprescindible preguntarse qué es lo que realmente nos hace felices. La respuesta la tiene cada uno. Tomar conciencia de lo que es ser feliz, es la felicidad en sí misma. Asumamos nuestra felicidad a través de asumir nuestra responsabilidad. Si eres responsable de ti mismo, si puedes ser tú mismo, entonces ¡eres el dueño de tu felicidad y el dueño de tu Vida!

Artur José Lopes

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