HOMBRES DE FUEGO

Erase una vez, un hombre que soñó que volaba, en una noche tapizada de estrellas, y veía la tierra desde el cielo:

Y los hombres eran de fuego: infinitas llamas de fuego, todas diferentes…

Llamas altas, y llamas bajitas.
Llamas gruesas, y llamas delgadas, esbeltas.
Fuegos grandes, y fuegos medianos, pequeños, diminutos.

Fuegos rojos, intensos, brillantes, con mucha fuerza,
y fuegos descoloridos, amarillentos, débiles, casi extinguidos.

Llamas activas, alegres, chiporroteantes,
y llamas pasivas, tristes, estáticas.

Llamas curvas, armoniosas, de gran belleza,
y llamas intermitentes, quebradas, deformes, rotas.

Fuegos agresivos, que desprendían chispas al rozarse con los otros
y fuegos pacíficos, flexibles, ondulantes.

Todos los fuegos seguían la dirección del viento,
llevados por una tenue brisa, casi imperceptible,
y se integraban, al final, en una Gran Hoguera…

Y el hombre se despertó sonriente, satisfecho, exultante, consciente de su yo Fuego, de su yo Energía, de su yo Luz, con origen y destino en la Gran Hoguera, en la Gran Energía Cósmica. en la Gran Luz Universal.



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