EL ARTE DE SÓLO SER


Para dominar el arte de ser feliz, debemos dominar el arte y la ciencia de solo ser. Debemos descubrir lo que el núcleo más íntimo de nuestro ser es, y debemos aprender a permanecer consciente y constantemente en ese estado de puro ser, que subyace y soporta (pero, no obstante, permanece inafectado por) todas las actividades superficiales de la mente: pensar, sentir y percibir, recordar y olvidar, y demás. 

El arte de solo ser, permaneciendo plenamente consciente pero sin ninguna actividad de la mente, no es sólo un arte —una pericia práctica que puede ser cultivada y aplicada para producir una experiencia de belleza y gozo inexpresable —sino también una ciencia, un intento de adquirir conocimiento verdadero por la observación aguda y el experimento riguroso. 
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Y este arte y ciencia de ser no es sólo el arte y la ciencia de la felicidad, sino también el arte y la ciencia de la consciencia, y el arte y la ciencia del autoconocimiento. 

Lo mismo que la ciencia de ser es fundamentalmente diferente de todas las demás ciencias, así también, como un arte es fundamentalmente diferente de todas las demás artes, debido a que no es un arte que implique hacer algo. 

Es un arte no de hacer sino de no-hacer, un arte de solo ser.

El estado de solo ser es un estado en el cual la mente no surge para hacer, pensar o conocer nada, y sin embargo es un estado de plena consciencia, consciencia no de algo sino solo de ser. 

La pericia que ha de ser aprendida con este arte no es simplemente la pericia de ser, debido a que siempre somos, y, por lo tanto, ser no requiere ninguna pericia o esfuerzo especial, ni es meramente la pericia de ser sin hacer o pensar nada, debido a que podemos ser así cada día en el sueño profundo. 

La pericia que ha de ser cultivada es la pericia de permanecer calma y apaciblemente, sin hacer o pensar nada, pero reteniendo no obstante una consciencia perfectamente clara de ser, es decir, consciencia de nuestro ser o «soy»-dad esencial. 

Sólo en este prístino estado de ser autoconsciente, no nublado por la distrayente agitación del pensamiento y la acción, la verdadera naturaleza de ser deviene perfectamente clara. 

Michael James en La Felicidad y el Arte de Ser


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