EL CIERVO SOÑADO

Cuento chino


En una ocasión, había un leñador que vivía en Cheng, ciudad de China, que se encontró en el campo con un cervatillo asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, por estar prohibida su caza, lo enterró en el bosque, tapándolo con hojas y ramas. Poco después olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un sueño. 

Lo contó, como si fuera un sueño, a toda la gente. Entre los oyentes hubo un campesino conocedor de la comarca que fue a buscar el ciervo escondido y lo encontró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer: 
-Un leñador soñó que había matado un ciervo y olvidó dónde lo había escondido y, ahora, yo lo he encontrado. Ese hombre sí que es un soñador. 

-Es posible -dijo la mujer- que hayas soñado que viste un leñador que había matado un ciervo. ¿Realmente crees que hubo un leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero.

-Aun suponiendo que encontré el ciervo por un sueño -contestó el marido- ¿a qué preocuparse averiguando cuál de los dos soñó? 

Aquella noche el leñador volvió a su casa pensando todavía en el ciervo. Esa noche soñó y, en el sueño, vió el lugar donde había ocultado al ciervo. También soñó quién lo había encontrado. Al alba, fue a casa del campesino y vió el ciervo. Ambos discutieron sobre su propiedad. Fueron ante un juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leñador: 

-Realmente mataste un ciervo y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era verdad. El campasino encontró el ciervo y ahora te lo disputa. Su mujer piensa que soñó que había encontrado un ciervo que otro había matado. Luego nadie mató al ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo mejor es que se lo repartan. 

El caso llegó a oídos del rey de Cheng quien, tras informarse del proceso, dijo:

-¿Y ese juez no estará soñando que reparte un ciervo? 

(Anónimo)


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