ARMONIZAR LA RESPIRACIÓN

Ser conscientes de nuestra respiración es tomar posesión de la vida. La respiración es nuestra conexión permanente con la naturaleza. La Madre Tierra purifica el aire, constantemente, para que fluya nuestra vida.

Nuestra actuación sobre la respiración.


Sabemos que una respiración lenta se corresponde con un estado de relajación, y que un estado de estrés, de agitación, de ira, corresponde a una respiración corta. También tenemos experimentado que, actuando sobre nuestra respiración, corregimos nuestro estado de ánimo. Así,  cuando estamos alterados, hacemos unas respiraciones largas y profundas para conseguir relajarnos.

Podemos actuar sobre la respiración, en determinadas ocasiones, y hacer ejercicios de respiración para favorecer nuestra salud física o emocional. También, cuando pretendemos educar nuestra respiración. Para adentrarnos, por ejemplo, en la práctica de la respiración abdominal, podemos influenciar su ritmo, controlando los tiempos de sus dos movimientos y de sus pausas (ver entrada, en este blog, de 19-12-2009). Este ejercicio nos ayuda a usar la plena capacidad de nuestros pulmones, a la que no estamos acostumbrados de forma espontanea.

El hecho de usar la plena capacidad de los pulmones ( habitualmente usamos sólo una tercera parte) supone expulsar la totalidad del aire viciado, realizando una renovación total y, por consiguiente, una oxigenación plena de nuestra sangre. Desde la perspectiva china, además, cuando respiramos estamos captando chi, energía vital, fuerza de la vida.

La inspiración siempre debe ser por la nariz. En cuanto a la espiración, podemos dirigirla, en función de lo que pretendamos conseguir: cuando pretendamos relajar nuestro cuerpo, espiraremos por la boca; si lo que pretendemos conseguir es la relajación de nuestra mente, espiraremos por la nariz.

Inspirar y espirar por la nariz es la respiración espontanea, la que realizamos de forma inconsciente, la natural, la que hacemos, normalmente, cuando dormimos, la habitual de los niños.

Cómo respirar practicando Chi Kung, Tai Chi, o en Meditación.

Nuestro objetivo, en estas prácticas, es aquietar la mente, por lo tanto, nuestra respiración debe ser natural, la que se produce de forma espontanea, inspirando y espirando por la nariz, desde el abdomen.

La respiración es un proceso natural, no debe ser forzado. Nuestra influencia en la respiración debe ser muy escasa, o nula, una vez superados los ejercicios para la educación de nuestra forma de respirar, o para el aprendizaje de los movimientos.

Debemos limitarnos a encontrarnos con la respiración. Ser conscientes de ella. Observarla, en su ritmo natural. Sólo por el hecho de observarla, se calma nuestra mente, produciéndose la bajada de su frecuencia.

No debemos actuar sobre nuestro ritmo respiratorio natural. La única actuación sobre la respiración que podemos permitirnos, cuando estamos practicando meditación, tai chi o chi kung, se debe limitar a intentar prolongar, de forma suave y progresiva, nuestra exhalación, sin obstaculizar la llegada de la la inspiración, ese milagro de la vida, que viene por si sola, de forma natural.

La respiración, en nuestra ejecución del Chi Kung, Tai Chi, o en la meditación, ha de ser silenciosa, continua, imperceptible.

Los maestros de chi kung, para comprobar si sus alumnos estaban capacitados para la práctica, les colocaban una pluma de ave delante de su nariz: si no se movía, era señal de que habían conseguido la armonización de la respiración, estaban capacitados.

Ejercicio práctico de toma de consciencia de nuestra respiración:



Siguiendo el consejo del monje vietnamita,Thich Nhat Hanh, hagamos el siguiente ejercicio:

Centramos nuestra mente en la respiración, y tomamos consciencia de ella, diciéndonos:

Al inspirar, me relajo.
                                     Al espirar, sonrío.


O más sencillo aún:
                    Dentro (al notar la inspiración)
                    Fuera (acompañando la espiración).


Practiquemos este simple ejercicio, cuando nos invada un sentimiento de ira o rabia, cuando nos sintamos desbordados por las preocupaciones, por el estrés, o, sencillamente, cuando estamos haciendo nuestras tareas más rutinarias, en el hogar o en nuestro trabajo, cuando vamos caminando, cuando estamos bloqueados por el tráfico, en cualquier momento de nuestra vida ordinaria.

Ser conscientes de nuestro proceso respiratorio, conectando nuestra mente con nuestra respiración, es acudir a nuestra cita con la vida.


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