UNIDAD DE CUERPO Y MENTE ANTE LA ENFERMEDAD



Uno de los mayores logros de la ciencia moderna ha sido descubrir que la mente y el cuerpo no son cosas separadas e independientes, sino una sola entidad vista desde diferentes ángulos. 

Descartes se equivocó al separar cuerpo y mente. Y la medicina occidental, que ha seguido sus pasos, se ha equivocado también al dejar de lado la importancia del estado mental de los pacientes a la hora de evaluar su estado de salud, 

Un análisis de más de cien estudios que relacionan las emociones y la salud aporta una prueba de la estrecha relación entre la mente y el cuerpo: la gente que padece algún malestar crónico (que está ansiosa y preocupada, deprimida y pesimista, o enojada y hostil) tiene el doble de posibilidades de padecer alguna enfermedad grave en el futuro. El tabaco aumenta el riesgo de padecer alguna enfermedad grave en un 60%; el malestar emocional crónico lo aumenta en un 100%. Así pues, comparado con el tabaco, el malestar emocional es mucho más nocivo para la salud. 

Los investigadores del nuevo campo científico de la psiconeuroinmunología, que estudia las relaciones biológicas entre la mente, el cerebro y el sistema inmunológico, están explorando los misteriosos mecanismos que conectan la mente y el cuerpo, y descubriendo que los focos emocionales del cerebro se hallan estrechamente ligados no sólo al sistema inmunológico, sino también al sistema cardiovascular. Cuando sufrimos una tensión nerviosa crónica, cuando el cuerpo se ve continuamente impulsado a « luchar o huir», con la consecuente descarga de hormonas, disminuye la capacidad del sistema inmunológico para defenderse de los virus y atajar cánceres incipientes, al tiempo que el corazón se ve obligado a aumentar la presión sanguínea y bombear desesperadamente a fin de preparar el cuerpo para una emergencia. 

La consecuencia final de ello es que aumenta nuestra vulnerabilidad frente a enfermedades de todo tipo. En cambio, una mente que está en paz consigo misma protege la salud del cuerpo. Éste es uno de los principios fundamentales de la medicina tradicional tibetana, un sistema ancestral que nunca ha olvidado la relación crucial entre cuerpo y mente.

Daniel Coleman, en el Prólogo de  El poder curativo de la mente de Tulku Thondup

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